Capítulo
3: El Precio de la Independencia
José llevaba toda
la semana trabajando en un presupuesto. Era un trabajo importante: renovar las
tuberías de un edificio antiguo en el centro de la ciudad. Sabía que era una
gran oportunidad, tanto por el tamaño del proyecto como por la posibilidad de
darse a conocer en un área en la que, hasta ahora, apenas había hecho trabajos
pequeños. Sabía también que los propietarios estaban considerando otras
ofertas, así que revisó cada detalle y ajustó los precios al máximo. No iba a
llenarse los bolsillos, pero valía la pena aceptar el reto.
Después de
enviarlo, pasó varios días con la esperanza de recibir una llamada. A José no
le faltaban trabajos, pero este era especial, y lo notaba cada vez que miraba
el teléfono esperando un mensaje. Finalmente, llegó la llamada.
– “Hola, José.
Muchas gracias por tu presupuesto. La verdad es que nos parecía justo, y
habíamos oído hablar muy bien de tu trabajo. Sin embargo… hemos decidido
contratar a otra empresa. La otra oferta que tenemos es mucho más económica, y
no nos queda otra opción.”
José sintió un
nudo en el estómago. Respiró hondo, tratando de mantener la compostura.
– “¿Te importaría
decirme quién es la otra empresa?”, preguntó, temiendo la respuesta.
– “Oh, claro. Es
tu antiguo jefe, la empresa Fontanería Lafuente. Nos ofrecieron un
precio que, sinceramente, no podemos rechazar.”
José colgó el
teléfono en silencio. Sintió una mezcla de frustración y desilusión. ¿Era
posible que su antiguo jefe hubiese bajado tanto el precio solo para quitarle
el trabajo? Conocía a Lafuente desde hacía años y sabía que no se habría
detenido ante nada para demostrar que él seguía siendo “el mejor” en el
negocio.
Esa noche, José
salió a dar un paseo por el barrio. Caminaba pensando en cómo iba a afrontar
estos golpes. Sabía que habría competencia, pero no había anticipado que
viniera de quien había sido casi una figura paterna en sus años jóvenes. Justo
cuando empezaba a replantearse si valía la pena seguir adelante, se encontró
con un cliente al que había ayudado hacía poco.
– “¡José, justo
iba pensando en llamarte! ¿Estás disponible para otro trabajo? A mi vecino le
encantó cómo quedó mi cocina y quiere que le cambies también las tuberías.
Además, mi cuñado me preguntó si podías hacer una revisión en su casa…”
Ese pequeño
encuentro le levantó el ánimo. José entendió que su valor estaba en la calidad
de su trabajo y en la confianza que había construido con cada cliente. Lafuente
podía quitarle un proyecto hoy, pero jamás le quitaría la satisfacción de hacer
el trabajo como a él le gustaba, con ese toque que ningún precio podía
reemplazar.
Con renovada
decisión, José regresó a casa. Sabía que aún le quedaban muchos obstáculos,
pero ahora tenía claro que lo suyo no se trataba solo de competir, sino de
hacer las cosas a su manera, ganándose la confianza de sus clientes uno a uno.
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