El almacén se
encontraba en una zona industrial desierta, apartado de las calles transitadas.
Era un edificio de ladrillos viejos, con ventanas rotas y grafitis en las
paredes, como un sitio olvidado por todos… o eso parecía.
Zalduendo dio la
señal, y su equipo avanzó en silencio, iluminando el interior oscuro y
polvoriento con sus linternas. Al entrar, una sensación densa y pesada los
envolvió. El aire parecía cargado de un olor extraño, una mezcla de humedad y
algo químico.
Mientras
avanzaban, las luces descubrieron varios objetos inquietantes. Había una mesa
de madera en el centro del almacén con mapas extendidos, algunos de España y
otros de países lejanos, marcados con símbolos y flechas que indicaban rutas. Y
allí, como una pieza central, estaba otro pequeño frasco idéntico al que Samuel
había descrito, con un líquido oscuro en su interior.
—Inspector, mire
esto —dijo uno de los agentes, señalando una pila de documentos.
Zalduendo se
acercó y vio hojas llenas de anotaciones y diagramas. Al hojearlas, reconoció
nombres de bacterias y virus junto a símbolos de advertencia, como si la
Hermandad hubiera estado investigando algún tipo de arma biológica. Entre las
páginas, encontró una hoja titulada: "Protocolo de la Redención",
seguido de un texto que parecía un juramento.
Sin embargo, fue
un detalle aún más perturbador el que les llamó la atención. Pegada a la pared,
había una lista de nombres: más de treinta personas con fechas y lugares de
viaje al lado. En la columna final, algunos nombres estaban tachados. Entre
ellos, el nombre de Tomás.
—Esto parece… una
lista de reclutamiento o de portadores, inspector —dijo uno de los agentes con
voz contenida.
Zalduendo
comprendió entonces la magnitud del peligro: Tomás no era el único. Había
otros, cada uno transportando algo que la Hermandad había dispuesto para
desencadenar algún tipo de catástrofe.
En ese instante,
uno de los agentes, explorando los rincones del almacén, gritó alarmado:
—¡Inspector! ¡Aquí
hay una cámara de seguridad activa!
Al revisar las
grabaciones, vieron imágenes de Tomás entrando al almacén días antes de su
viaje a Pamplona, manipulando frascos y hablando con alguien más, una figura de
rostro borroso que llevaba una capa oscura.
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