El inspector
Zalduendo decidió centrarse en los recuerdos de los pasajeros. Uno a uno,
volvieron a la sala de interrogatorios, cada uno con una percepción diferente
de Tomás. Marta, la estudiante de medicina, recordaba su nerviosismo y la forma
en que se aferraba a la mochila como si en ella estuviera su propia vida.
Mientras tanto,
Samuel, un comercial que llevaba años recorriendo la ruta entre Madrid y
Pamplona, recordaba vagamente haber visto a Tomás sacar un pequeño frasco
oscuro de su mochila y examinarlo en sus manos.
—Era un frasco
antiguo, como de farmacia. Me pareció extraño, pero no pregunté. No parecía un
hombre que quisiera que nadie se entrometiera —dijo Samuel, mirando de reojo la
mochila en la mesa, como si aún pudiera oler el contenido misterioso del
frasco.
El inspector
empezó a sospechar que la Hermandad de los Portadores no era simplemente una
secta, sino una red clandestina que operaba en las sombras, con sus miembros
moviéndose entre ciudades para llevar a cabo una misión desconocida. La
pregunta era: ¿cuántos más habrían viajado con Tomás?
Por su parte,
Carmen, una mujer mayor que volvía a Pamplona para ver a sus nietos, había
tenido un breve intercambio de palabras con Tomás en una de las paradas.
—Me miró y me dijo
que ‘algo grande estaba a punto de suceder’. No le di importancia, pensé que
era algún excéntrico. Pero ahora me doy cuenta de que hablaba en serio… y de
que ese “algo” tenía que ver con la Hermandad.
Zalduendo
comprendió que cada pasajero tenía una pieza del rompecabezas, pero lo que
realmente le preocupaba era cómo encajaba el frasco de Tomás con la bacteria
mortal. Si aquello formaba parte de un plan, tal vez la Hermandad de los
Portadores tenía otros “portadores” que, como Tomás, viajaban de ciudad en
ciudad con propósitos oscuros.
Justo entonces, su
teléfono vibró: habían rastreado una dirección vinculada a la Hermandad en las
notas de Tomás. Se trataba de un almacén abandonado en las afueras de Pamplona,
y el inspector supo que había llegado el momento de enfrentar las raíces de ese
secreto.
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